Resumen: Hemos recibido esta extraña carta en nuestra redacción. No podemos estar seguros de si está escrita por Bin Laden, pero ante la duda, hemos decidido publicarla y que quien la lea juzgue por sí mismo. Todos sabemos que Bin Laden es un (supuesto) terrorista (supuestamente) muerto, pero ¿alguien da seguridad de que está muerto? ¿alguien ha hablado con él y conoce su versión de su "actividad terrorista"?
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Translated to spanish by: Prof. Robert Alvarez

 

 

 

 

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CARTA ABIERTA DE OSAMA BIN LADEN A LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

 

Translation by Robert Alvarez

 

                                                                   Mazar e Sharif, 14 de marzo de 2014
 

Hola a todos. Quiero saludar a quienes puedan escuchar este mensaje, escrito con mis mejores deseos para todos ustedes. En primer lugar me voy a presentar. Mi nombre es Osama Bin Laden. Tengo 48 años y vivo en el Estado Islámico de Afganistán. Yo soy una persona sencilla, pero sin quererlo me he visto envuelto en asuntos muy complicados. Por todo ello les pido comprensión: lo único que quiero es hacerles ver que ha habido una confusión respecto a mi persona. Se me ha confundido con un asesino peligroso y vivo atemorizado y perseguido. Es por ello que voy a tratar de contarles mi historia y de hacerles ver que yo no he actuado contra ustedes ni les quiero ningún mal.

Yo nací hace 48 años en las montañas, cerca del lugar conocido como Feyzabad, que en nuestra lengua quiere decir “tierra amarilla”. Fui el tercero en nacer de nueve hermanos, dos de los cuales han muerto. Al poco de tener a mi último hermano mi madre falleció debido a una infección que no pudimos atajar. Fue un duro golpe para la familia, aunque aquí es frecuente que las mujeres mueran durante o después de los partos, puesto que en la mayoría de poblados trashumantes no hay asistencia sanitaria. Mi familia siempre se ha dedicado a la ganadería, y en menor grado a la agricultura. Mi padre mantenía un gran rebaño de ovejas de raza caracul. En la actualidad está postrado por una parálisis que le impide mover las piernas y ya no es pastor, pero es miembro del Jamiat-Islami o “Consejo de la Comunidad”. Por ello es muy apreciado y respetado por todos.

Las ovejas no son propiedad de nadie en particular. Pertenecen a la comunidad o grupo de personas que recorremos las montañas juntos en busca de comida para nuestro ganado. Igual que mi padre, mis hermanos y hermanas se han dedicado al pastoreo y a la vida sencilla en la comunidad trashumante.  Sin embargo dos de los hermanos desistieron de la vida nómada y se marcharon a la ciudad de Mazar e Sharif. Uno de ellos trabaja como porteador de sacos de azúcar. El otro, que empezó a trabajar como siervo de un miembro del Consejo de la Ciudad a los trece años de edad, ha sido el único de los hermanos que ha estudiado. Por la inteligencia demostrada, su señor entendió que podía valer para administrador de sus haciendas y además de formarlo le pagó los estudios de administrativo durante dos años en Kabul.

Somos por tanto cinco los hermanos que permanecemos en la comunidad nómada y mantenemos la tradición familiar de vida trashumante.

Mi hermano Rashif, el único con estudios, sabe hablar inglés y ruso. El tiene acceso a las noticias que se difunden por las televisiones y radios de occidente. Cuando me vio por primera vez por televisión estaba seguro de que se trataba de una confusión que en pocos días se aclararía. No me explicó nada de lo que de mí se decía. El tiempo pasó y ha habido una invasión extranjera de mi país. Mi hermano entendió que mi vida peligraba y me dijo que tuviera cuidado y no saliera de las montañas, donde nunca me podrán encontrar. Yo le dije: “Me dices que me tengo que esconder y que me buscan ¿Por qué?”

El dice que se me acusa de ser el organizador de un grupo terrorista que ha hecho estrellarse varios aviones contra unos rascacielos en Estados Unidos, causando la muerte a un gran número de personas. Yo soy un pobre pastor de ovejas; nunca me he subido en un avión y no he visto edificios más altos que los que hay en Kabul, que tendrán quince o veinte plantas. Lo único que he estrellado fue un Land Rover que mi padre compró de segunda mano. Fue un triste accidente, ya que bajando por un lugar de fuerte pendiente me quedé sin frenos y estuve a punto de perder la vida. Pero no hice daño a nadie. Viajaba solo y fui rescatado de entre los hierros por un grupo trashumante que pasó al cabo de varias horas por el lugar. ¿A quién le cabe en la cabeza que yo sea el líder de una banda criminal organizada a nivel mundial? Mis únicas relaciones con otros países se limitan a dos o tres viajes que he hecho a Uzbekistán para visitar a mi primo Ahmed, al que he llevado quesos y alfombras. El a su vez me ha recompensado con aceites y especias. ¿Es eso una organización criminal? Además, siendo mis ambiciones únicamente las de vivir en paz y dignamente, ¿Qué interés tendría yo en matar a personas inocentes?

Según cuenta mi hermano, se me acusa de difundir mensajes con amenazas contra los gobiernos y los pueblos de occidente. Es cierto que personas con cámaras de video me han grabado con un arma en la mano. Me han dicho: coge este arma y habla todo lo que se te ocurra. Yo les he contado cosas de la vida nómada, de los inviernos duros que pasa mi pueblo. De las dificultades para conseguir alimento. De los desprendimientos de rocas y aludes de nieve. De los ritos de enterramiento que tenemos para honrar a nuestros muertos.

Me dijeron que estaban haciendo un reportaje sobre la vida en las montañas. Ahora se me dice que los occidentales piensan que yo les amenazo.  Como ustedes no conocen la lengua pasthu, alguien ha querido engañarles haciéndoles pensar que yo soy el jefe de una banda muy peligrosa que asesina y aterroriza allá donde puede. ¿Quién es un pastor para amenazar a un gobierno, a todo un pueblo? ¿No comprenden que todo esto es una gran locura y una gran mentira en la que me he visto envuelto sin querer?

He hecho un repaso a todo aquello de lo que se me acusa y les he explicado la verdad. Ahora saben que no les quiero ningún mal. Sin embargo, sí tengo motivos para sentirme molesto con los gobiernos de occidente que mandan ejércitos y aviones a actuar en Afganistán.

Voy a explicarles por qué me siento molesto.

En primer lugar: militares occidentales se han adentrado esporádicamente en las montañas secuestrando a hombres y destrozando aldeas. Al principio las comunidades trashumantes pensamos que estaban jugando, pues llevaban unos gorros muy curiosos e incluso trozos de matorral pegado a sus ropas. Cuando vimos que avanzaban escondiéndose como si no quisieran ser vistos empezamos a sospechar. Decidimos enviar una delegación compuesta por cinco hombres a su encuentro para hablar con ellos y preguntar qué querían. Esos hombres iban desarmados. Iban a saludar y dar la bienvenida a nuestro territorio a estas personas. Pero esta misión de hombres buenos no volvió. Fueron secuestrados y quién sabe si muertos a manos de este grupo de occidentales. Según me ha explicado mi hermano, como tantos hombres del país, fueron confundidos con terroristas y deportados. A la vista de lo ocurrido, las comunidades de las montañas decidimos escondernos. En las montañas nunca nos encontrarán. Nadie conoce como nosotros las galerías subterráneas y las cuevas. Los pasos peligrosos y los atajos. Las zonas de desprendimientos. Hemos tenido que dejar atrás a muchos de nuestros mayores que no podían moverse con agilidad. Han sido capturados y deportados. ¿Estos ancianos también han sido confundidos con terroristas? ¿No se dan cuenta del daño que están haciendo a muchas familias? Todos nos preguntamos: ¿Qué hemos hecho nosotros para ser perseguidos como criminales?

En segundo lugar: para secar la lana de oveja antes de venderla, construímos unas techumbres con paja y madera. Debajo de ellas ponemos a secar la lana. El objetivo de ello es que no se seque directamente a la luz del sol, ya que en este caso se pone amarillosa y endurecida, perdiendo su valor comercial. Pues bien, hace meses que no podemos secar la lana adecuadamente. Ahora cada vez que construímos nuestras techumbres pasan aviones que desde gran altura y sin que tengamos oportunidad alguna de indicarles que no disparen, que sólo estamos secando la lana, dejan caer misiles. No sólo destruyen nuestras construcciones y nos arruinan económicamente, sino que han llegado a ocasionar un muerto en nuestra comunidad. Gracias a Dios los pastores que otean el horizonte detectan con gran antelación a esos aviones y nos protegemos nosotros y nuestro ganado convenientemente. En otro caso, el número de muertos hubiera sido mucho mayor en nuestra comunidad. Mi hermano, que puede ver por televisión las noticias que se difunden en occidente, me dice que esos bombardeos no los hacen por malicia. Parece ser que confunden nuestros secaderos con campos de preparación de asesinos terroristas. Ahora ustedes conocen la verdad. Y yo a ustedes les puedo preguntar: ¿Por qué no se cercioran antes de atacar de que sean campos de terroristas? Llevo muchos años viviendo en las montañas y yo todavía no he visto ninguno de esos llamados “campos de entrenamiento terrorista”. Por tanto creo que se han confundido de lugar. Pero suponiendo que los hubiera, yo no estaría en contra de que los gobiernos de occidente los destruyan si realmente pertenecen a bandas criminales. Pero lo menos que se les puede pedir es que se aseguren bien antes de bombardear. Se los pido por favor. ¿Qué delito cometemos nosotros secando la lana de oveja? ¿Merecemos la muerte por hacer los que han hecho nuestros antepasados durante decenios?

Mi pueblo siente rabia e impotencia, y es normal que la sienta. Mi pueblo no siente deseo de venganza pues sabe que ustedes no tienen mala fé, sino desconocimiento. Lo único que pedimos es un poco de cordura: ahora conocen la verdad. Paren esta locura.

 

NOTA FINAL: Quiero dejar claro que todas las palabras aquí expuestas son mías y sólo mías, si bien he contado con la ayuda de un hermano mío que es administrativo. Él ha colaborado para que mis palabras quedaran plasmadas sobre el papel y con una redacción correcta. Además ha traducido estas frases al inglés. Él ha tenido la idea de difundir este mensaje a los periódicos occidentales, ya que cree que si los ciudadanos de esos países conocen la verdad, los gobiernos entenderán la injusticia infinita que han cometido.

 

 

 

 

 

 

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