Resumen: ¿Qué tiene que ver una caja de bombones y la seguridad informática?
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Este relato corresponde a hechos reales…
 

EL RUIDO           

Hace unos días me encontraba durmiendo en mi vivienda. Hacia las cuatro de la madrugada, me desperté sorprendido al escuchar ruidos que aparentaban proceder de alguna habitación contigua. Pero yo me encontraba solo. Entonces, ¿Qué ocurría? Encendí la pequeña lámpara que tengo en la mesilla de noche, y… se encendió otra luz en el interior del piso.

 

Mi ligera somnolencia se tornó en sentimiento de alarma: o las luces se encendían y apagaban solas y el piso estaba poseído o había algún “invitado” paseándose por mi piso mientras yo dormía.  

 

 

EL LADRÓN

Nunca se me había planteado una situación así. La verdad es que no sabía bien qué hacer. Si hubiera sido McGiver, habría salido corriendo, me hubiera abalanzado sobre el ladrón y lo habría dejado K.O. con un par de puñetazos. Pero eso creo que sólo pasa en las películas. El caso es que me levanté, cogí el teléfono móvil y me puse un suéter. En este intervalo oí al visitante abriendo puertas. Salí al pasillo y tuve justo tiempo de verlo abriendo la puerta de la casa y salir corriendo escaleras abajo. Salí detrás de él persiguiéndolo. Mejor dicho: él salió delante de mí huyendo, seguramente porque habría visto calzado deportivo mío que tenía en la entrada de la casa. El sujeto se habría imaginado que en la casa vivía alguien grande y fuerte con el que no convenía enfrentarse.

Pensé que lo tenía atrapado: se dirigía hacia la puerta principal del edificio, y esta puerta tenía estropeado el sistema de apertura con lo cual la única forma de salir era con llave. Toqué el portero de mi vecino esperando que viniera a echarme una mano para retener al intruso. Continué escaleras abajo, marcando el número de la policía y pensando en qué hacer cuando me encontrara con el fugitivo. Iba muy próximo a él, lo suficiente para ver cómo salía por la puerta del edificio mientras yo le daba la dirección a la policía por teléfono. ¿Cómo había abierto la puerta en cuestión de segundos si sólo era posible abrirla con llave?

Salí a la calle apenas unos segundos después de que el tipo hubiera salido y miré en ambas direcciones. Únicamente vi una calle vacía. ¿Cómo diantres había sido capaz de abrir la puerta del edificio tan rápido? ¿Cómo había sido capaz de desaparecer? Pensé que se había ocultado debajo de algún coche o en el portal de algún edificio anexo. Pero ni en un primer momento, ni después cuando llegó la policía, fuimos capaces de averiguar dónde se podía haber metido.

A las cuatro y media de la mañana, después de hacer un poco de ejercicio paseando en pijama por los alrededores y de cerciorarnos que no había ni señal del tipo, entré con la policía en la vivienda para comprobar daños u objetos robados, ya que no había tenido tiempo de hacerlo.

 

 

EL PORTÁTIL Y LA TARTA DE QUESO

En la primera inspección de la vivienda constaté algo grave: se había llevado mi portátil. Pues sí, grave no por un portátil que ya tenía un par de años y no era ninguna maravilla, sino porque aparte de ser un instrumento de trabajo contenía datos. Datos… información, trabajos, correos electrónicos, páginas web, certificados digitales…

Además del portátil el sujeto había tenido tiempo para abrir la nevera y sacar un postre preparado (una tarta de queso) que puso sobre la mesa del salón. Supongo que para comérsela tranquilamente mientras yo dormía, ya que no creo que fuera a dibujar un bodegón. Aparentemente no había desaparecido nada más… sino un portátil Toshiba. Un portátil por el que había estado varios meses reclamando y en un proceso de arbitraje (¿les suena de algo?) que concluyó con que el culpable de los fallos del portátil era yo por haber instalado software.

En fin, congelado después de la “madrugá”, bastante nervioso y después de despedirme de la policía que me instó a presentar denuncia a la mañana siguiente, decidí que lo mejor que podía hacer era tomarme una infusión y volver a la cama. Cabreado también, porque eso de que entren a tu vivienda contigo dentro… no hace ninguna gracia. Y lo del portátil todavía, pero que me te toquen las tartas de queso no lo tolero.

 

 

LA SEGURIDAD INFORMÁTICA

Aunque con los ojos cerrados, la cabeza no paraba de darme vueltas. ¿Qué tenía yo en el portátil? Archivos de diversa índole… Bueno, la verdad que nada trascendental. Todavía no había escrito la fórmula para la fusión fría, así que el robo no figuraría en los libros de historia. Además, con cierta periodicidad hago copias de seguridad. Digamos que aproximadamente una mensual, y la última la había hecho hace un par de semanas. Me pregunté dónde habría puesto la copia de seguridad… Me levanté y fui a buscar en el archivador de dvd´s donde las guardaba.

Casualidad de las casualidades el hueco donde debía estar la copia estaba vacío, el dvd no estaba. ¿Dónde estaba el dichoso dvd? ¿Adivinan ustedes dónde estaba el dichoso dvd? Seguro que sí, si han llegado leyendo hasta aquí ya tienen que saber dónde estaba la copia de seguridad… Efectivamente: la copia de seguridad estaba dentro del portátil. Lo recordé claramente: la mañana anterior había tenido que revisar unos trabajos entregados hace unos meses y había metido el dvd en el portátil. Luego, olvidé sacarlo. Total, ¿por qué había de preocuparme? O mejor dicho, ¿por qué me tenían que haber entrado a robar a mí estando yo dentro de la vivienda y haberse llevado mi portátil con la copia de seguridad dentro?

Esta historia casera, con un pequeño portátil, podríamos extrapolarla a otras escalas. Las pérdidas de datos en las grandes empresas suelen corresponder a acontecimientos o a concatenaciones de acontecimientos difícilmente previsibles. Por ejemplo, una empresa con servidores en una de las torres gemelas de Nueva York que sufrieron los brutales atentados del 11-S podía tener servidores de seguridad en la otra torre. Obviamente, si se quema una, no se va a quemar la otra… Razonamiento que parece bastante válido. Sin embargo, casualidad de las casualidades, un grupo terrorista preparó y ejecutó un ataque inesperado con unas consecuencias inesperadas. Resultado, muchos muertos, dos torres convertidas en ceniza y, en lo que a datos corresponde, muchos datos perdidos… muchos, muchos, muchos, más que los que pudiera haber en miles de portátiles como el mío.

 

 

EL PORTÁTIL INCOMBUSTIBLE VUELVE A MÍ

Con bastante poco ánimo, me mantuve en la cama entre temblando y pensando. Hacia las siete de la mañana sonó el teléfono: ¿Oiga? ¿Sí? Mire, le llamamos de la policía. Hace un rato hemos detenido a un individuo que había entrado a robar en una vivienda y se le han incautado varios objetos, entre ellos un portátil que pensamos puede ser suyo.

Me citaron a las seis de la tarde. Efectivamente, era mi portátil. Allí estaba, yo que pensaba que ya me había deshecho de mi problemático portátil, no. Allí estaba. Era él. Lo arranqué sin problemas y metí mi clave personal, funcionaba. Simplemente se había dado un paseo, ya se sabe, los portátiles necesitan ventilación y a veces no les damos suficiente.

Abrí el lector de dvd´s y allí estaba: mi copia de seguridad. Desde luego que me alegré. En este caso, todo había sido un mal sueño. No sé si han visto la película “Jó que noche” de Martin Scorsesse. El argumento es un tipo que sale del trabajo y le empiezan a pasar cosas raras durante toda la noche, hasta que cuando empieza a amanecer, cuando menos se lo esperaba, se encuentra de nuevo entrando al trabajo como si no hubiera pasado nada. Pues algo así, me habían puesto de los nervios, el portátil voló y después volvió. No había pasado nada. “Además tenemos que devolverle un disco duro SeaGate”, me dijo el policía. ¿Perdón, disco duro? No, creo que no es mío. El otro propietario nos ha dicho que no era suyo, así que debe ser suyo. ¿Mío? Yo creo que no, pero bueno, déjeme verlo. Sonreí al ver mi viejo disco duro SeaGate. Perdone usted, pero sí es mío. Lo que pasa es que no es un disco duro. Realmente es un disco duro averiado al que le daba uso como pisapapeles, y por eso no lo había echado en falta. En realidad, no tiene ningún valor. Ah, bueno, pero si es suyo se lo llevará, ¿no?

Efectivamente me lo llevé. Ese disco duro era otra lección de seguridad informática un poco más antigua. ¿A ustedes nunca les ha fallado un disco duro? De esas tengo otro par de historias de las que quizás hable en otra ocasión porque también tienen su gracia.

 

 

LA CAJA DE BOMBONES

Esta historia, que para algunos tendrá algo de gracia, se complementa al estilo Woody Allen. De ello tuve noticia a través de la prensa y posteriormente en el juzgado, donde tuve que acudir al juicio. El caso es que el individuo, después de entrar y salir de mi vivienda, repitió en otra con resultados parecidos. Un propietario detrás de él y él huyendo con una caja de bombones de importación y un teléfono móvil robado. En su paseo nocturno, fue interceptado por una pareja de policías, que le interrogaron sobre los objetos que llevaba consigo. Los bombones, regalo de su abuela, y el teléfono móvil… sonó en ese mismo momento. El policía se puso al habla y escuchó al propietario a quien el individuo acababa de robar la caja de bombones y el propio teléfono. Así que la caja de bombones regresó a sus propietarios igual que el portátil regresó a mí, y el sujeto acabó entre rejas… hasta la próxima.

 

 

LAS LECCIONES DE SEGURIDAD INFORMÁTICA

Seamos multinacionales o simples ciudadanos, a base de varapalos vamos aprendiendo. Yo por mi parte, les diré que conviene extraer conclusiones: nunca dejen las copias de seguridad junto a los datos originales, por ejemplo un dvd de seguridad dentro de un ordenador, ni un servidor con los datos de respaldo en la misma oficina que los equipos a los que da respaldo. Si el ordenador se quema, se quema todo. Si la oficina se quema, se quema todo. Por tanto, a nivel casero, es recomendable que guardemos las copias de seguridad no en la misma vivienda donde habitamos sino en casa de nuestra abuela. Si es posible que nuestra abuela viva en una ciudad distinta, mejor. ¿Cómo? ¿Qué a ustedes nunca les va a pasar algo semejante? Ya, ya… cuéntenselo a quienes han sufrido terremotos, inundaciones, incendios, robos y otros sucesos que nunca iban a pasar.

Y ya en plan confidencial: si los datos son muy importantes… guárdenlos en continentes distintos. Y con lo de continente no me refiero a cajas de galletas o de zapatos, me refiero a América, Oceanía, Europa, Asia y África. Es lo que pienso hacer yo cuando termine de redactar la fórmula de la fusión fría.

 

 

FELICITACIONES             

Desde aquí mis felicitaciones a la policía por devolverme mi portátil. Y al invitado inesperado por darme una lección magistral gratuita de seguridad informática.

 

 

EPITAFIO

Si alguno tiene dudas de la veracidad de esta historia, que lea la prensa…

Robo del portátil 

 

 

 

 

 

 

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